La música es lo que más emociona a Asier Etxeandia, que tuvo su golpe de suerte con Cabaret, el mítico musical en el que ejerció de maestro de ceremonias, y al que el gran público conoció como el bailarín con rastas de la serie de Antena 3 "Un paso adelante".
Amante del riesgo, este actor vasco forjado en el teatro, medio para el que empezará a ensayar Medea, acaba de estrenar el primer papel que han escrito para él, la comedia dirigida por Daniela Féjerman 7 minutos. "Que te hagan un papel es una gran ilusión y te da seguridad. Estas cosas hacen que uno crezca y no tenga miedo. No llevo nada bien lo de los castings, no los domino y me siento carnaza", confiesa el que también es uno de Los hombres de Paco. 7 minutos, donde forma una extraña pareja con el actor Juanma Cifuentes, concursó en el último Festival de Málaga, de donde este bilbaíno que está a punto de cumplir 34 años salió con el premio Nuevos valores del cine español. "Pero siguen sin arriesgarse conmigo, sigo esperando el personaje jodido en cine, donde continuaré buscando mi sitio", avisa.
-El cine se le resiste, y eso que ha participado en las taquilleras Mentiras y gordas, Café sólo o con ellas y Las 13 rosas.
Disfruto más en los escenarios porque me ponen contra las cuerdas y me confían personas a los que les pasan cosas increíbles. He sido Valmont, Dante... En cambio en el cine...
-Y encima no se vio el pequeño papel que encarnó en Los abrazos rotos.
Al final se eliminaron esas escenas. El primer día me llevé un disgusto, pero me quedo con la emocionante experiencia que fue trabajar con Pedro Almodóvar. Es un artista, estar en sus películas es una especie de máster.
-El teatro y la televisión cuentan con usted, que se empeña en la gran pantalla. ¿Por qué?
Es que el cine es como la enciclopedia del futuro, lo que te hace transcender, pasar a la historia, es como una forma de ser inmortal. Uno ve películas para saber cómo éramos y el que nuestros nietos sepan cómo éramos de jóvenes es pura magia. Además, en mi caso es un terreno por explorar, y me gustaría hacerlo con Julio Medem, de quien soy fan total, y Amenábar, entre otros autores de películas de culto con tantos fieles.
Entonces, para usted el cine es lo más.
Bueno, lo que más me seduce es cantar. Quiero lanzar un disco. Cuando entro en crisis, pienso que le estoy poniendo los cuernos a la música.
Pero lo próximo es, de nuevo, el teatro.
Sí. Vamos a hacer Medea, donde repito con Blanca Portillo y el director Tomás Pandur -con los que hizo Barroco y Hamlet-. Tomás es un genio, con el siempre voy a muerte. En la obra, que representaremos durante agosto en el teatro romano de Mérida, también están Julieta Serrano y Alberto Jiménez. El teatro es un ritual que todos necesitamos, es muy poético.
También está en Los hombres de Paco ¿cómo lleva el combinado teatro-televisión?
Con estrés, pero como es una serie coral y mi personaje no está en todos los capítulos, lo llevo bien. Y como me va la marcha, pues el stress me mantiene con energía.
En la serie de Antena 3 es Blackman, un superhéroe.
Es el personaje sorpresa. Eso de tener poderes me ha devuelto a mi infancia. Con la tele he pasado por varios estados porque la he amado, he sufrido, la he necesitado... Después de Un paso adelante, la odié, pero me reconcilié con Herederos, un ejemplo de televisión de calidad, de cuidar a los actores, resolver un guión con astucia y tomarse su tiempo a la hora de grabar. Pero ya no está en antena porque nos empeñamos en elegir lo peor, nos gusta la mierda y el circo romano. Pero todo trabajo será bien recibido.
¿Hay algún papel al que diría que no?
Nunca haría algo que me doliese. Sí interpretaría personajes que no me gustan, pero nunca si no creyera en lo que hago porque lo paso mal.
Amante del riesgo, este actor vasco forjado en el teatro, medio para el que empezará a ensayar Medea, acaba de estrenar el primer papel que han escrito para él, la comedia dirigida por Daniela Féjerman 7 minutos. "Que te hagan un papel es una gran ilusión y te da seguridad. Estas cosas hacen que uno crezca y no tenga miedo. No llevo nada bien lo de los castings, no los domino y me siento carnaza", confiesa el que también es uno de Los hombres de Paco. 7 minutos, donde forma una extraña pareja con el actor Juanma Cifuentes, concursó en el último Festival de Málaga, de donde este bilbaíno que está a punto de cumplir 34 años salió con el premio Nuevos valores del cine español. "Pero siguen sin arriesgarse conmigo, sigo esperando el personaje jodido en cine, donde continuaré buscando mi sitio", avisa.
-El cine se le resiste, y eso que ha participado en las taquilleras Mentiras y gordas, Café sólo o con ellas y Las 13 rosas.
Disfruto más en los escenarios porque me ponen contra las cuerdas y me confían personas a los que les pasan cosas increíbles. He sido Valmont, Dante... En cambio en el cine...
-Y encima no se vio el pequeño papel que encarnó en Los abrazos rotos.
Al final se eliminaron esas escenas. El primer día me llevé un disgusto, pero me quedo con la emocionante experiencia que fue trabajar con Pedro Almodóvar. Es un artista, estar en sus películas es una especie de máster.
-El teatro y la televisión cuentan con usted, que se empeña en la gran pantalla. ¿Por qué?
Es que el cine es como la enciclopedia del futuro, lo que te hace transcender, pasar a la historia, es como una forma de ser inmortal. Uno ve películas para saber cómo éramos y el que nuestros nietos sepan cómo éramos de jóvenes es pura magia. Además, en mi caso es un terreno por explorar, y me gustaría hacerlo con Julio Medem, de quien soy fan total, y Amenábar, entre otros autores de películas de culto con tantos fieles.
Entonces, para usted el cine es lo más.
Bueno, lo que más me seduce es cantar. Quiero lanzar un disco. Cuando entro en crisis, pienso que le estoy poniendo los cuernos a la música.
Pero lo próximo es, de nuevo, el teatro.
Sí. Vamos a hacer Medea, donde repito con Blanca Portillo y el director Tomás Pandur -con los que hizo Barroco y Hamlet-. Tomás es un genio, con el siempre voy a muerte. En la obra, que representaremos durante agosto en el teatro romano de Mérida, también están Julieta Serrano y Alberto Jiménez. El teatro es un ritual que todos necesitamos, es muy poético.
También está en Los hombres de Paco ¿cómo lleva el combinado teatro-televisión?
Con estrés, pero como es una serie coral y mi personaje no está en todos los capítulos, lo llevo bien. Y como me va la marcha, pues el stress me mantiene con energía.
En la serie de Antena 3 es Blackman, un superhéroe.
Es el personaje sorpresa. Eso de tener poderes me ha devuelto a mi infancia. Con la tele he pasado por varios estados porque la he amado, he sufrido, la he necesitado... Después de Un paso adelante, la odié, pero me reconcilié con Herederos, un ejemplo de televisión de calidad, de cuidar a los actores, resolver un guión con astucia y tomarse su tiempo a la hora de grabar. Pero ya no está en antena porque nos empeñamos en elegir lo peor, nos gusta la mierda y el circo romano. Pero todo trabajo será bien recibido.
¿Hay algún papel al que diría que no?
Nunca haría algo que me doliese. Sí interpretaría personajes que no me gustan, pero nunca si no creyera en lo que hago porque lo paso mal.
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