-Preparó su personaje, Sebas, a partir de un amigo suyo que está en la cárcel.
-Sí. Cumple condena por robo. Yo veía la imagen de un galgo callejero, de esos que están en las costillas, pero que si te acercas te sacan los dientes. La cosa imprevisible del instinto. ¿Sabes? Cuando entras como visitante en el módulo de la cárcel las puertas se cierran tras de ti. Estás de visita, pero tampoco puedes salir. Esa atmósfera es muy fuerte.
-Sí. Cumple condena por robo. Yo veía la imagen de un galgo callejero, de esos que están en las costillas, pero que si te acercas te sacan los dientes. La cosa imprevisible del instinto. ¿Sabes? Cuando entras como visitante en el módulo de la cárcel las puertas se cierran tras de ti. Estás de visita, pero tampoco puedes salir. Esa atmósfera es muy fuerte.
-¿Conoció muchos Sebas en el barrio donde creció, San Blas?
-Mi infancia transcurrió rodeado de gente así. En los 80, San Blas era uno de los barrios más deprimidos de Madrid. Me tocó el 'boom' de la heroína. He visto muy de cerca víctimas de esta sociedad que sobreviven sin importarles las consideraciones de orden moral. En ciertas circunstancias, no sabes qué está bien y está mal.
-¿Descubrió algo sobre el narcotráfico durante el rodaje en Galicia?
-No. 'Agallas' es una película de género, cine negro español, y no responde a la realidad. No creo que un 'narco' vaya con un cochazo fardando, no creo que sea tan estúpido. Lo mismo podíamos haber mostrado a un mafioso en otro sitio, como Albacete.
-¿Y no ha conocido nuevos ricos inquietantes en Madrid?
-No. Yo no me muevo por las altas esferas. No voy por ayuntamientos y sitios así, donde se mueve la gente peligrosa.
-Hizo FP en la rama de Electricidad. Si yo le muestro una instalación eléctrica...
-Ni puñetera idea, no me acuerdo ni de la Ley de Ohm. Puedo arreglar un enchufe en un momento dado, pero aquello quedó muy atrás.
-¿Hay algo que en el fondo le haga gracia de su increíble popularidad?
-Nada. Tienes que aprender a reírte, porque si no te amargas. Con ojo crítico y mirada inteligente te das cuenta de que todo esto no tiene sentido. Pero si pones en una balanza lo que me aporta mi profesión y esa otra faceta que pertenece al terreno del marketing, me sigue compensando.
-¿Con qué soñaba de niño?
-Quería ser los personajes que veía en televisión, pero no sabía que los encarnaban actores. ¡Burt Lancaster en 'El halcón y la flecha'! Veía una película en el cine y seguía dándole vueltas porque el personaje se había apoderado de mí. Y es lo que sigo buscando. Mi madre fue la que se dio cuenta de que iba para actor.
-Trabajó de electricista, luego montó un grupo heavy... ¿Ha vivido varias vidas?
- No. Aunque, de una forma romántica, me gusta pensar que los actores vivimos extra. Hay momentos en los que realmente nos llamamos de otra forma.
-¿Bardem es un espejo?
-Bardem es una máquina. Un actor así me anima a comprometerme más aún con esta profesión. No le conozco personalmente, pero debe ser alguien muy humano. Ocurre con muy pocos: Juan Diego, Eduard Fernández...
-¿Se ha bajado alguna vez una película de Internet?
-Reconozco que el otro día me vi en casa con los amigos 'Mentiras y gordas'. No puedo ir al cine a verla porque peligra mi integridad. Bajé una copia grabada en una sala, con las risas y comentarios de los espectadores, así que fue como estar en el cine.
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